Los pacientes, una vez se llena la sala de espera, se ven obligados a buscar sombra en el exterior del centro sin poder utilizar la sillas que no cuentan con una carpa que les tape del sol o de la lluvia
Es lógico pensar que cuando una persona acude al centro de salud, no está en las mejores condiciones. Independientemente de la dolencia que aqueje, lo normal es pensar que esperar su turno a la interperie, no es la mejor de las ideas.
El centro de urgencias de La Victoria de Acentejo es una claro ejemplo de falta de empatía. Con una sala de espera con un aforo que rondará las 15 personas, ésta se llena con relativa rapidez, pues hablamos de un centro que recibe la visita de pacientes de dos municipios, La Matanza de Acentejo y La Victoria de Acentejo.
Una vez llena la sala de espera, la única opción es esperar en el exterior del centro. En vista de la gran afluencia, se han instalado unas sillas (apenas 7 u 8), para que los vecinos puedan esperar su turno, pero no se ha tenido en cuenta la instalación al menos de una carpa plegable para que no tengan que hacerlo bajo el sol, que en días como hoy, es un auténtico despropósito.
Los vecinos buscaban sombra en cualquier rincón, y las aglomeraciones en la puerta son habituales, lo cual genera una sensación de embotellamiento bastante agobiante.
La solución parece sencilla, con un poco de voluntad por parte de quién le competa, y apenas unos minutos que conlleve el montaje y desmontaje de la misma, se ayudaría mucho a los pacientes que desgraciadamente tengan que utilizar un servicio de urgencias que funciona como un reloj, a pesar de lo complicado de la situación.