La moción de censura propuesta por VOX y por Ramón Tamames finalmente no consigue el apoyo suficiente en la cámara y deja al partido de Santiago Abascal en una situación delicada
Santiago Abascal y Ramón Tamames han terminado dándose cuenta que no era el momento de una moción de censura, pues aunque democráticamente hablando es una herramienta que se puede utilizar y que están en su derecho de poner en práctica, lo cierto es que en esta ocasión el rédito que se le podría sacar a la misma era bien poco, o nulo.
Además, la imagen que se dio en el hemiciclo no fue la adecuada. Una vez más el Congreso de los Diputados se convirtió en un circo dónde los diputados parecía tener más intención de lanzar chascarrillos baratos y con poca gracia, antes de que decidir el futuro, no de un país, sino de una ciudadanía que sabe y sufre de los problemas mundanales, esos que si alguno de los componentes del Congreso de Los Diputados conoce será de oídas.
Vox intentó la machada a apenas dos meses de una elecciones dónde todo está por decidir, pero en la que el Partido Popular le dejó en la estacada. Si bien es cierto que nunca manifestó su intención de apoyarle, sí es cierto que Abascal trató de buscar una mano amiga en el partido de la gaviota, encontrándose con una negativa tajante a estos efectos por parte de un Feijó y el resto de componentes de la formación, que no votaron a favor porque entendían que no era el momento, pero tampoco en contra porque no estaban de acuerdo con el Gobierno de Pedro Sánchez. Lo que viene siento un ni contigo, ni sin ti.
La apariencia real, es que el discurso de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz está bastante bien alineado, al contrario que una derecha que ve como se le puede escapar la opción de gobernar por un capricho egocéntrico de Vox, que constantemente parece tener que demostrar que tiene poder suficiente para enfrentarse al gobierno del país… Insisto, parece, porque aún no lo ha hecho.
Por tanto, finaliza así un nuevo episodio de “pan y circo”, y a partir de ahora veremos qué ocurre de aquí a Mayo, dónde el futuro del país está en juego, y dónde todo parece indicar que la mayoría absoluta es un quimera absoluta.